martes, 9 de enero de 2007

Conversaciones en Caracas


Ayer fui a cenar a un restaurante chino. En Caracas, claro. Mi anfitriona, Ana, que me ha acogido en su apartamento del edificio Alhelí preguntó al camarero si se podía fumar. Este (mitad chino/mitad venezolano) le respondió mientras servía la cerveza: "... si tiene cigarrillos".


Eran chinos híbridos. Una extraña conexión del Pacífico. Serenidad y profesionalismo. Pero se volvieron locos, como todos los chinos (incluso los venezolanos), al pedir un rollito de primavera para un amigo que todavía no había llegado. Serenidad, profesionalismo y un racionalismo rectangular.


En la cena también se comentó la historia de un gobierno venezolano de hace unas décadas (no se precisó) que mandó encerrar a un astrólogo por pronosticar la muerte del presidente. Y de tábanos amarillos con los ojos rojos que van en parejas picando a todo foráneo que osa surcar el delta del Orinoco. Y que la mejor manera de evitarlos es mezclando alcanfor machacado con aceite para bebés, y que....

4 comentarios:

nacho dijo...

viva la globalización!
viva el salvajismo!
Viva los barrios de caracas que se autorodean.

Anónimo dijo...

Cuidao con los tabanos amarillos de ojos rojos¡¡¡
mucha guayaba en tu periplo¡¡¡

Toma toda la guayaba que puedas¡¡¡

Anónimo dijo...

Un abrazo de bienvenida desde Madriz
Ayer cené con los otros chinitos, Harry y Palop, en un mexicano. Un mariachi cantó una ranchera de despedida para Harry, aderezado con un gorro de txulapo madrileño, y algún ingenuo pensó que se estaba emocionando. Era su conjuntivitis de caballo.

p.d; grandes los tacos al pastor. Piña y cilantro. La clave del éxito

memememe dijo...

el gobierno que te contaron no fue de hace unas décadas, fue justo el anterior a Chávez. El segundo período de Caldera... todo un escándalo